La poutine: una aberración gastronómica venida del Quebec

Canadá no es un país que se caracterice especialmente por su comida o su cultura gastronómica. Comer en Canadá implica ir desfilando por unos cuantos establecimientos de comida rápida (con una variedad mucho más amplia de la que podemos encontrar por España), recorrer el mundo paseando por sus múltiples restaurantes de origen asiático (japoneses, coreanos, chinos…) y dejarse caer por alguna que otra pizzeria. Y lo que es comer a la carta en un restaurante un poquito más elegante implica rascarse el bolsillo y pagar una cuenta bastante abultada.
En fin, aunque yo no pasé precisamente hambre recorriendo el país (de hecho vine con un par de kilos de más) , si que es cierto que toda la gastronomía canadiense, para mí,  exhibe una lastimosa falta de personalidad y entidad propia (algo que me parece muy propio de muchos paises de cultura anglosajona…).
Pero sí que hay un plato que se identifica totalmente con la gastronomía propia del Quebec:  la poutine , que compite con la hamburguesa y la pizza en el terreno de la comida rápida convirtiendose casi en un imprescindible de la cocina ya de casi todo Canadá.
¿Y que es la poutine? La poutine es una bomba, un engendro gastronómico, no apto para cardiacos, ni obesos ni gente con problemas de colesterol o de tensión arterial alta.
Y desde luego tampoco es un plato ni muy elaborado ni  especial: Patatas fritas, normalmente bastante grasientas, cubiertas de requesón o de queso y todo ello rociado con salsa de carne espesa y contundente. El mejunge resultante se sirve caliente y a mi me parece, desde luego,  la perfecta alternativa para un día de resaca o borrachera de esos en los que sólo te apetece comer grasaza y forrar el estómago.
La verdad es que el origen de este plato parece bastante controvertido y según wikipedia antecede a los años 50 en alguna lecheria del Quebec.
Hoy por hoy, la poutine tradicional ha derivado y uno se puede encontrar decenas (que digo decenas, centenas!) de variantes sobre la poutine típica cada cual más grotesca:
poutine mexicana con guacamole, poutine boloñesa o poutine carbonara, poutine cuatro quesos… en fin, las combinaciones son infinitas y todas igual de difíciles de digerir y contundentes. Tal ha sido el exito de esa delicatessen que ya se sirve poutine en una gran variedad de establecimientos diferentes de todo el pais e incluso se ha incorporado ya a la carta del mismisimo MacDonalds.
He de reconocer que a mi la grasa me encanta y adoro las patatas fritas asi que ya que estabamos en Canada no podíamos dejar pasar la oportunidad de probar la poutine  y nos plantamos en uno de los establecimientos para comer poutine más famosos de todo Montreal: La Banquise situado en el centro de la ciudad en 994 Rue Rachel est.
Después de una hora de cola para poder pasar y sentarnos (literalmente una hora), nos lanzamos a la carta y aunque uno puede optar por otras posibilidades (ensaladas, hamburguesas…) la estrella del menú es obviamente la poutine en sus multiples variedades. Nosotros cometimos el error de pedir cuatro platos de poutine diferentes, es recomendable combinar la poutine con algún que otro plato tipo ensalada o hamburguesa:
Todavía hoy estoy haciendo la digestión y aquel día no morí de un infarto porque dios no lo quiso.
Eso si, arrastrados como salimos del local camino del hotel, sólo puedo decir que me encantan las patatas fritas, sea como sea que las preparen.
Viva la poutine!
 

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