
A pesar del alto coste en vidas humanas, la muralla se mostró incapaz a lo largo de la historia de frenar las invasiones del norte, hasta que finalmente los propios manchus desde las praderas de Manchuria atravesaron la muralla e invadieron el pais unificando los territorios y dejando a la Gran Muralla como una enorme barrera olvidada que ya no marcaba la frontera de nada.
Actualmente, la Gran Muralla China cuenta con una longitud aproximada de 5000 kms aunque gran parte de la muralla se ha desmoronado y muchas de las secciones reconstruidas se encuentras aisladas unas de otras.
Varios de estos tramos reconstruidos y otros que no lo están tanto, se encuentran a poca distancia de Beijing, lo que constituye un atractivo más a tener en cuenta cuando se visita la ciudad.
Las posibilidades son múltiples, pero en cualquier caso, se puede planificar como excursión de un día: cogiendo un autobus público desde las inmediaciones de la plaza de Tiananmen, tomando un tren o bien contratando una excursión en algún hotel o en alguna agencia de viajes.
Nosotros no lo dudamos y optamos por esta última opción. No teníamos mucho tiempo y después de varios días de viaje estabamos cansados de pelearnos para hacernos entender en las estaciones de trenes y autobuses y decidimos darnos un gustazo por un módico precio de 25 euros (desayuno y comida incluidos) y que nos llevasen directos a la muralla sin pensar demasiado.
Son varias las secciones que se encuentran a poca distancia de Beijing. La más próxima tan solo a 80km de la ciudad es la de Badaling. Es la más accesible y la más prácticable lo cual la hace ideal para que niños o ancianos la visiten, pero como contrapunto, es de lejos la sección más turística y masificada. Desde luego, no es la opción recomendable si lo que uno espera es gozar de algun momento de soledad o misticismo o, ni tan siquiera, poder hacerse una foto con la muralla sin cientos de turistas chinos estropeándonos la vista.
También se encuentra restaurada, igual que Badaling, la sección de Mutianyu. Un poquito más alejada de la ciudad, a cerca de 90 km, está sección es mucho más dura de practicar que la anterior, pero a cambio, está mucho menos masificada y ofrece unas bonitas vistas de la muralla serpenteando entre las montañas.
También hay varias secciones no reconstruidas, como la de Jinshanling-Simantai, que nos dan una buena idea de la Muralla en su versión orginal. A cerca de 120 km de distancia de Beijing, mucho más lejos de la ciudad, su visita ya supone verdaderamente un vigoroso ejercicio físico por lo que supone caminar en la muralla sin reconstruir pero el premio es una visita a la verdadera muralla tal y como ha sobrevivido al paso del tiempo y sin apenas turistas.
En el momento de mi visita a Beijing, está sección se encontraba cerrada al turismo debido a obras de mantenimiento. Creo que parte del tramo de Jinshanling ya se encuentra abierto al público.
El tramo de Jiankou es para algunos viajeros la más bonita de las secciones y ha sido el objetivo de multiples fotografos.
Lo cierto es que cada una de estas visitas son diferentes y más que opciones contrapuestas, son complementarias y lo ideal sería poder disfrutar al menos dos secciones, una reconstruida y otra no para poder tener una idea más general de lo que es y ha sido la Gran Muralla, como es de suponer, muchas veces el tiempo es un factor limitante, tanto o más que el dinero incluso. Y en nuestro caso lo fue, y optamos por visitar la muralla tan sólo en su trato de Mutianyu, dejándonos guiar por las recomendaciones de algunos amigos y extraños.
Ya algunos kilometros antes de llegar, se puede atisbar la muralla desde lejos erguida en lo alto de las agrestes montañas de la región. Para ascender la empinada colina que conduce hasta la muralla, se puede optar por subir andando, o bien, por ser transportado en telesilla o teleférico. La comodidad es cara y ser transportado supone un cargo adicional, pero realmente contemplando desde lo alto toda la subida que requiere llegar a la muralla y, comprobando posteriormente, lo duro que es andar y recorrerla, no creo equivocarme cuando digo que pagar por la subida es quizás el mejor dinero invertido de todo el viaje.Y es que recorrer la muralla es un vivificante, extenuante y hermoso «paseo» que puede agotar hasta el más vigoroso de los talones. Como estrategia militar, la muralla fue concebida como una barrera de defensa y con el fin de frenar el paso a los invasores y dificultar la toma de la misma, fue diseñada de forma que cada escalón tuviese una altura diferente. Ésto último, las enormes distancias y lo empinado del terreno, harán que olvidemos y compensemos todos los excesos gastronómicos o alcoholicos que hayamos podido cometer durante el resto del viaje. Es por tanto, muy recomendable, ir equipado con calzado cómodo, ropa ligera, una buena botella de agua y un espíritu animoso para una experiencia que recompensará sin duda el esfuerzo. En cualquier caso, lo ideal es disfrutar de la visita con calma y tomarse todo el tiempo necesario para saborear las vistas, ya que no en vano, es un lugar histórico con 2000 años de antigüedad. Correr está de más.
Sin duda alguna, tras varias horas de trekking, hasta el visitante más entrenado no dudará en coger alguno de los medios alternativos para descender la distancia de vuelta hasta el pueblo en la carretera.
Para terminar la visita, un pequeño divertimento. El tobogán pensado para bajar de la muralla es una divertida alternativa al teleférico o telesilla. Como si fuera un parque de atracciones, descendimos a gran velocidad montados en aquella especie de trineo sobre un camino de hojalata para terminar entre risas y carcajadas una de las visitas cumbre de cualquier viaje a través de China.