Cuando avanzaba por el camino empedrado y poco a poco el templo de Angkor Wat imponente en el horizonte empezaba a asomarse, sentí un cosquilleo de emoción recorriendome el estómago y comprendí justo en aquel momento que el largo viaje hasta allí había merecido la pena y que la visita a los templos de Angkor iba a ser una experiencia que iba a permanecer imborrable en mi memoria.
Angkor Wat es impresionante. Una visita inolvidable. Una pequeña maravilla en plena selva camboyana. Es de lejos el monumento más importante e impresionante de todo el complejo arquitectónico de Angkor y sin duda uno de los edificios religiosos más grandes del mundo.
¿Pero exactamente qué son los templos de Angkor?
Son los restos supervivientes de lo que fue en su momento el centro político, religioso y cultural del antiguo Imperio Jemer. Fue una de las ciudades más grandes de la antigüedad y llegó a contar con una población de hasta 1000000 de habitantes.
La epoca dorada del imperio jemer comenzó entorno al año 800 d.c. tras la unificación y sometimiento por parte de un único rey de todos los pueblos que habitaban la región, Jayavarman II, que se erigió como rey-dios de todo el imperio jemer.
Fue toda la sucesión de reyes siguientes a lo largo de los siglos quienes fueron construyendo toda una serie de templos y monumentos continuando así una tradición cuyo objetivo fundamental era el de reforzar su propia divinidad.
Camboya es un país budista pero de fuerte influencia hinduista y esto queda claramente reflejado en todos estos templos, que mezclan en su arquitectura elementos de las dos religiones.
Hasta el siglo XII, todos los templos construidos lo fueron bajo el influjo de la religión hinduista, pero a partir de entonces, con la llegada del budismo al pais hubo una serie de conversiones sucesivas y alternas por parte de los reyes del hinduismo al budismo tanto Mahayana como Theravada, periodo que culminó ya con el rey Srindramavan en el año 1327 y la conversión definitiva de Camboya al budismo Theravada, religión mayoritaria en el pais en la actualidad.
Fue este último reinado el que marcó el comienzo del declive de la ciudad de Angkor que ya no tuvo fin hasta que la capital se trasladó a la actual Phnom Pehm y con el paso del tiempo todos los templos fueron cayendo en el olvido y se perdieron entre la maleza y la jungla. Sólamente el templo de Angkor Wat no llegó a abandonarse totalmente, ya que ha seguido siendo mantenido por monjes budistas a lo largo de los siglos.
Parece increible que tras los terribles conflictos de los que en epocas recientes ha sido testigo el pais, haya sobrevivido en tan buenas condiciones todo este complejo arquitectónico y parece irónico además que precisamente sea el pasado esplendoroso del país el que precisamente esté marcado su apertura turística y esté actuando como motor de la recuperación económica y social del país.
Y es que la gran cantidad de templos puede llegar a ser abrumadora y son un reclamo turístico de primer orden. Se pueden contabilizar hasta 910 templos. Visitar todos y cada uno de ellos puede llegar a ser una ardua tarea y requeriría de mucho, muchisimo tiempo. Lo cierto es que aunque al principio yo mismo pensaba que iba a acabar saturado de tanto templo durante los siguientes días, pude descubrir con cada visita que cada templo es diferente, que cada uno tiene sus propias caracteristicas y siempre tiene algo diferente o sorprendente que ofrecer y es precisamente la enorme variedad morfológica y arquitectónica de estos templos lo que precisamente mantuvo mi interés durante los siguientes días después del primer impacto visual inicial.
A nuestra llegada a Siem Reap nos encontrabamos totalmente perdidos. No sabíamos por donde empezar. Ni cuando ni como es mejor visitar cada uno de los templos.
Nosotros optamos por contratar un tuk-tuk a nuestra llegada para todos los días de estancia en Siem Reap y seguir en parte los consejos de nuestro conductor y dejarnos llevar un poco por nuestro instinto. El tuk-tuk, que no es más que un remolque tirado por un motocicleta, es una buena forma para moverse entre los templos, es rápido, relativamente cómodo y, para mí, era uno de los momentos más agradables de la jornada, cuando el tuk-tuk avanzaba a gran velocidad por la carretera y el aire me golpeaba en la cara a modo de aire acondicionado natural. Nuestro conductor de tuk-tuk fue genial, realmente amable, un tipo honesto que fue nuestro guía y acompañante durante todo el trayecto. Una de esas personas que hizo que nos enamoraramos del pueblo camboyano.
Pero el tuk-tuk no es la única forma de moverse entre los templos, ni mucho menos. Existe la posibilidad de alquilar bicicletas, opción que descartamos dado lo peligroso de las carreteras camboyanas y, sobre todo, por el calor axfisiante sobre todo en las horas intermedias del día, Es factible también alquilar un coche, desplazarse en autobus… Pero lo cierto, es que el tuk-tuk es una buena combinación entre autonomía, precio y rapidez.
En cuanto a las entradas se puede comprar un pase de un día, de dos o de una semana, que cuestan 20, 40 y 60 dolares respecticamente. El pase incluye la visita a todos los templos. Y un detalle importante… Si compras el billete después de las 17:00, podrás pasar gratis ese día ya que el billete se valida al día siguiente y podrás asistir a una puesta de sol gratuita…
Antes de terminar esta entrada un par de consejos importantes:
Los templos de Angkor, especialmente Angkor Wat o Bayon están llenos de turistas y aunque puede llegar a hacer bastante calor, una buena idea es intentar comer allí y visitarlos a la hora de la comida, ya que la mayor parte de los grupos organizados regresan a sus hoteles para comer y los templos se vacian. A esa hora es posible disfrutar de cierta quietud, de cierta calma y así poder darse tiempo para encontrar toda la espiritualidad que se merece y que rodea el entorno .
Dicho esto, lo más recomendable es visitar Angkor Wat al amanecer y Bayon al atardecer, pero claro está, esos son los momentos en los que se concentra un mayor número de turístas pero si están ahi es por algo, y teniendo claro que a veces es bueno dejarse arrastrar por la multitud, he de decir que las salidas de sol en Angkor Wat y las puestas en Bayon son impresionantes.
Justo por la mañana después de la salida del sol, si es que el cuerpo aguanta el madrugón, es una buena opción quedarse porque se pueden disfrutar momentos bastante tranquilos ya que la mayor parte de los grupos organizados retornan también al hotel para desayunar.
Y como último consejo, el templo de Ta Prohm, perdido en plena selva y cubierto de follaje, es una buena opción al mediodía, ya que la vegetación protege bastante del calor.
Dicho esto, calzado comodo, ropa ligera, una buena botella de agua y un buen repelente de mosquitos son buenos aliados para que nuestra visita al complejo sea agradable y no se convierta en un verdadero suplicio de sudor y calor. Os lo digo por experiencia.