Está claro que cantidad no es sinónimo de calidad, pero también es cierto que cantidad es cantidad. Y es mejor mucho y malo que poco y malo, y con esto no quiero decir que necesariamente mucho tenga que ser malo. He aquí una pequeña selección de mis sitios favoritos en Madrid, famosos y notables por el abultado tamaño de sus tapas, sitios de los que sales cenado sólo con tomarte unas cañas:
BAR RESTAURANTE PETISQUEIRA: Calle Churruca, número 6. Metro Alonso Martínez, Tribunal. Para empezar un clásico. Las cañas quizás sean un poco más caras (1,75 euros la sencilla, 3,50 la doble, creo recordar) que en otros bares de Madrid, pero, sin duda, el tamaño desproporcionado e inmenso de las tapas (habría que hablar incluso de raciones) provocarán más de una sonrisa y cara de asombro. Los fines de semana está llenísimo y suele hacer bastante calor. (De hecho, el calor en su interior puede llegar a ser insoportable). Pero, por semana, la verdad es que el local es más que habitable. Desde revuelto de morcillas, hamburguesitas, platos inmensos de sandwiches de jamón y queso, hasta enormes albóndigas de carne que no se salta un caballo. Perfecto para reuniones sociales, cumpleaños y momentos afterwork.
http://petisqueiramadrid2.blogspot.com.es/
MESÓN BAR LA BODEGA: Pasaje de Pradillo, 2. Metro Avénida de América, Cartagena o Prosperidad. Uno de mis favoritos. «El bar del euro», para mí y mis amigos, el lugar que por un euro la caña te ponían unas tapas de enormes dimensiones. La inflación, la crisis y el paso del tiempo han hecho que la caña sea 1,20-1,50, pero sigue mereciendo mucho la pena. Es el típico bar de barrio a la española, con sus mesas y su decoración castiza. Chorizo, Tortilla de patata, lacón, pero atención a las patatas fritas con aceite especiada que sirven de entrada. Auténtico plato estrella. Al mediodía también se sirve menú y se puede reservar alguna mesa para organizar cumpleaños y demás celebraciones. A no ser que se sea un forofo futbolero es un local a evitar los días de partido.
EL TIGRE: Calle de las Infantas, 28. Metro Chueca. Bar restaurante, se podría decir que a la asturiana, en pleno corazón del barrio de Chueca en Madrid. Si logras hacerte paso a codazos y patadas a través de la muchedumbre que se agolpa en torno a la barra y consigues pedir una caña, te verás recompensado por el esfuerzo. Y es que si el bar está tan lleno es por algo. El tamaño gigantesco de sus tapas es ya bien conocido en toda la ciudad. Croquetas, chorizos, patatas, quesos, un auténtico festival… Dos cañas y ya has cenado. Cierto es que quizás el ambiente informal, juvenil y asfisiante no haga del local el lugar más confortable del mundo y tener que comer con una mano mientrás sujetas el plato en la otra no sea el prototipo de cena romántica o tranquila, pero El Tigre cumple sobradamente su objetivo. Hay a disposición del cliente, una parte trasera con mesas para aquellos que se atrevan con las raciones y prefieran comer sentados. Conseguir mesa es otro cantar. Suele estar hasta la bandera. Especialmente los fines de semana.
RESTAURANTE BOÑAR DE LEÓN: Calle Cruz Verde, 16. Metro Noviciado. He aquí el culmen del espérpento en forma de tapa monstruosa. Este restaurante, inspirado en la cocina del Bierzo, es famoso por su cocido. El bar oferta un suculento viaje a Canarias para aquel atrevido (o insensato) que logré terminarse el plato de cocido que ofertan en la carta (no me consta que nadie lo haya conseguido jamás) y por el que el local es famoso. Ante esta premisa, uno se puede imaginar el tamaño de las tapas que acompañan las cervezas. Si en la Petisqueira la dimensión de las mismas produce sonrisas y asombro, el Boñar de León nos dejará perplejos. Platos inmensos de sardinas, paellas enteras… Como una buena amiga mía dice, en el Boñar de León no te ponen una tapa, te echan de comer. No se podría expresar mejor. La decoración del local es un poco añeja pero desde luego es un restaurante que bien merece una visita aunque seguro que no dejará a todos los clientes contentos. El debate calidad frente a cantidad está más vivo que nunca en el Boñar de León.
me encantaron sus anecdotas y la manera clara y sencilla como las describes.
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