Hasta en diez vuelos nos embarcamos durante los cerca de 20 días que duró nuestro viaje a lo largo y ancho de Indonesia.
No es de extrañar, Indonesia, conformada por casi 18000 islas de las cuales cerca de 8000 están habitadas y abarcando un arco insular de longitud equivalente a la que separa Londres de Nueva York, distribuido en tres husos horarios, depende por completo del tráfico aéreo y marítimo para el transporte tanto de humanos como de mercancías.
Cuando uno viaja por Indonesia, indefectiblemente volar acaba convirtiéndose en un mal inevitable e imprescindible.
Pero para mí, que me da bastante respeto volar (por no decir miedo, miedo atroz), volar en Indonesia ha supuesto un verdadero reto y ha puesto a prueba mis nervios en cada aterrizaje y en cada despegue.
Y es que Indonesia tiene el dudoso honor de ser el país de mundo con la mayor tasa de siniestralidad aérea.
Indonesia triplica la tasa promedio mundial de accidentes aéreos, registrando 13 accidentes aéreos fatales en la última década (más de uno al año), siendo el último el vuelo 8501 de Air Asia, una de las compañías bandera y con mejor expediente de seguridad de todo el país. El promedio de siniestralidad es de 1,9 por cada millón de vuelos (casi 4 veces por encima de la media mundial).
Para ahondar en las causas de estas cifras tan alarmantes, hay que tener en cuenta la propia naturaleza insular del país y abordar las peculiaridades de uno de los espacios aéreos de mayor crecimiento interanual del mundo.
Indonesia cuenta con centenares de aerolíneas, muchas de ellas operando vuelos nacionales entre las diferentes islas, y en su mayor parte, obligadas a buscar la rentabilidad en un mercado extremadamente competitivo. Tal es la situación que el modelo de gestión económica de todas ellas plantea serias dudas concernientes a la seguridad.
A la inversión insuficiente de recursos por parte de las compañías hay que sumar la falta de pilotos cualificados, personal de tierra y controladores aéreos. Todo esto tiene como resultado que muchas compañías aéreas y aeropuertos del país no sean precisamente confiables sobre todo comparado con los estándares europeos o norteamericanos.
Por otro lado, la pujante clase media del país, nacida bajo el calor de un crecimiento económico endiablado en el cuarto país más poblado del mundo, y el turismo masivo que viene a Indonesia atraído por sus playas y la enorme biodiversidad natural, han hecho del aeropuerto de Yakarta uno de los 20 aeropuertos con mayor tráfico aéreo del mundo y no han hecho sino aumentar la presión de un espacio aéreo ya de por si saturado y sobrepasado. (87 millones de pasajeros en 2014).
Por si fuera poco, la región es una de las que vive un mayor número de tormentas al año y las continuas erupciones volcánicas (hay 127 volcanes en activo en el país) son ya la guinda del pastel y complican aún más el estado de salud del espacio aéreo del país haciendo que a priori volar por Indonesia parezca una auténtica aventura llena de riesgos.
La situación es de tal que la Unión Europea ha incluido a la mayor parte de la aerolíneas indonesias en la lista de compañías aéreas prohibidas en la UE (http://ec.europa.eu/transport/modes/air/safety/air-ban/index_es.htm) (con las notables excepciones de Garuda, la aerolínea nacional y la anteriormente mencionada Air Asia) y el propio Ministerio de Asuntos Exteriores Español en sus recomendaciones de viaje aconseja no volar en la medida de lo posible en ninguna compañía incluida en esta lista negra de la UE
Incluso el propio gobierno indonesio ha cedido el control de parte de su espacio aéreo al vecino Singapur (ya desde el año 1946), ante la incapacidad del primero de gestionar los vuelos que aterrizan y hacen escala en el gigantesco aeropuerto vecino de Changi en Singapur.
Dejando a un lado la seguridad que obviamente es el asunto que más nos preocupa a la hora de coger un avión, otro problema importante al que se enfrentan los millones de pasajeros que cada año sobrevuelan el cielo indonesio son los retrasos.
Indonesia acumula retrasos apabullantes y cancelaciones continuas. Es algo que está a la orden del día y que muchos experimentados pasajeros aceptan con una resignación encomiable. Nosotros sufrimos alguno y varias personas que nos encontramos a lo largo de nuestro viaje habían llegado a padecer retrasos de más de 24 horas haciendo polvo sus planes de viaje siguientes.
En las islas más alejadas, como Papúa o Sulawesi, o las más pequeñas, la situación es todavía aún peor.
Volar con el margen de tiempo suficiente en caso de tener que tomar otra conexión aérea, especialmente internacional se convierte en una precaución más que recomendable y como viajero en Indonesia hay que estar lo suficientemente abierto y preparado para que los planes no salgan exactamente como uno había pensado.
Eso sí, el gobierno indonesio consciente de la alarmante situación lejos de permanecer pasivo ante el problema, parece que ha reaccionado y está tomando medidas. Las autoridades competentes ya en los últimos años se han arremangado y se han puesto manos a la obra invirtiendo millones de euros en modernizar los aeropuertos y en renovar la plantilla de aviones de las compañías aéreas más representativas.
Además las sanciones por retrasos y cancelaciones son mucho más estrictas existiendo ahora un sistema de compensación al pasajero en caso de alguna incidencia, quedando claramente explicado con vistosos carteles en las paredes de todos los aeropuertos para que conste a los efectos a cada uno de los viajeros.
Parece que poco a poco las medidas emprendidas empiezan a dar sus frutos y en los últimos años el índice de siniestralidad parece que empieza a descender lentamente. De todas formas sigue muy por encima de la media mundial y los datos son todavía poco tranquilizadores, haciendo que Indonesia necesite todavía más tiempo para mejorar y modernizar su parque aéreo y adaptarlo así a las necesidades de los tiempos que corren.
Con esto que os estoy contando, espero que podáis comprender que yo hubiese caído en el más puro estado de paranoia en lo que se refiere a volar en Indonesia.
Mismamente una amiga mía que llevaba viviendo allí unos meses nos insistió varias veces en que no comprásemos vuelos con cualquier compañía y que tuviésemos un poquillo de precaución a la hora de construir la ruta.
A ver, tampoco hay que exagerar, incluso en Indonesia las probabilidades de sufrir un accidente aéreo son bajísimas y la mayor diferencia entre unas compañías y otras de cara al pasajero son probablemente los retrasos y hasta qué punto se hace cargo de los mismos la compañía.
Aún así, y sin querer pecar de hipocondriacos, decidimos volar solamente con las compañías que no estaban incluidas dentro de la lista negra de la UE aunque nos costase más caro. (la seguridad no tiene precio, si es que tal seguridad existe…). Lógicamente, esto acabo por condicionar nuestro viaje y nos despedimos de volar a Timor como teníamos pensado al no encontrar una combinación razonable para ir y volver de allí y encajarlo en la ruta que inicialmente habíamos pensado.
Exagerados o no, así lo hicimos y he de decir que Garuda, desde nuestra experiencia, es una compañía sensacional, puntual como pocas y con una atención excelente.
Incluso ya hasta en el último vuelo que cogimos con ellos, estaba tranquilo al embarcar y pude dormir durante parte del viaje. Hasta ese punto confiaba… No sé si alguien que pueda estar leyendo estas líneas, ha volado en alguna otra compañía indonesia, la verdad es que no estaría nada mal conocer y que compartieseis vuestra experiencia…