Verano en Berlín: Cinco días en la capital alemana

Evoco con el título de esta entrada a la fabulosa película alemana “Verano en Berlín” del año 2006 que narra las reflexiones e inflexiones vitales de dos amigas que pasan los veranos charlando en el balcón de una casa en pleno Berlín Este.

Para mi hablar de Berlín, me lleva casi irremediablemente a hablar de cine porque Berlín es una ciudad que ha estado en mi imaginación desde que era un crío y a la que he viajado a través de la gran pantalla cientos de veces (por no decir miles).

Y es que Berlín siempre ha sido una ciudad tremendamente cinematográfica. Como olvidar la tierna película “Goodbye Lenin , verdadera oda a la nostalgia y al miedo a crecer, en la que Daniel Brühl se resiste a un Berlín en plena transformación histórica o la inolvidable “Cortina Rasgada” de Alfred Hitchcock en la que Paul Newman y Julie Andrews tratan desesperadamente escapar de esa enigmática Alemania Oriental al otro lado del telón de acero.

Desde “La vida de los otros” hasta la casi documental “Sophie Scholl: los últimos días”, la hilarante “Un, dos, tres” de Billy Wilder o la más reciente “El puente de los espías” de Steven Spielberg, por nombrar algunas de mis favoritas han tenido como escenario la ilustre capital alemana.

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Y es que las guerras, los conflictos, la divisiones, el propio devenir de la ciudad, que la han dejado llena de cicatrices, han hecho de Berlín una ciudad atractiva, apasionante, escenario de cine mil veces soñado y una auténtica lección de historia.

Cinco días he pasado con mis amigas Ana y Mar revisitando Berlín.

En pleno mes de julio he podido descubrir una ciudad completamente distinta de la que ya conocía.

Mi primera vez en Berlín había sido en pleno mes de febrero pero solamente ahora en pleno verano y de mano de Mar y nuestra amiga berlinesa Lisa, que se conocen la ciudad al dedillo, le he podido sacar partido verdaderamente a la ciudad.

Joven, diferente, un auténtico outsider dentro de la maquinaria de producción alemana, sorprendente y divertida, multicultural y algo arisca a veces,  Berlín me ha conquistado y aunque ese Berlín cinematográfico, maqueado por la gran industria del celuloide ya no exista (o probablemente no haya existido nunca), el Berlín real, nuestro Berlín, ese que hemos vivido durante cinco días de verano, no me ha decepcionado. Todo lo contrario.

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