Uno de los lugares favoritos para el buceo, para el snorkell y el recreo acuático de Dominica es Champagne Reef.

No es para menos. Bañarse en Champagne Reef es como sumergirse en una copa de champagne.

La Reserva Marina de Champagne Reef está situada en la costa suroccidental de la isla de Dominica bajo la sombra del majestuoso volcán de la Soufrière que corona la isla.

La isla es de origen volcánico y Champagne Reef es un verdadero testimonio de la todavía vibrante actividad geotérmica de la región. (uno de los muchos que uno se puede encontrar en la isla,  desde boiling lake hasta Bubble Beach pasando por éste Champagne Reef).

Debido a su ubicación, cerca del volcán de la Soufrière, el suelo marino aquí en Champagne Reef desprende continuamente gases y presión que causa la formación de burbujas que emergen a la superficie en una suave e incesante borboteo. Tal es la actividad geológica del lugar y la emanación de gases, que el arrecife recuerda precisamente a una copa de la famosa bebida francesa.

El agua, debido al calor desprendido, tiene una confortable temperatura de 30º durante todo el año lo cual la hace perfecta para el baño y para el desarrollo de la vida marina.

Toda esta parte de la costa es reserva protegida y Champagne Reef es el hogar de cientos de especies animales y vegetales haciendo del fondo marino en esta parte de la isla uno de los más ricos visualmente de toda Dominica y uno de los puntos más célebres para el buceo de todas las Anillas Menores.

Yo tengo pánico al mar y la verdad que no lo disfrute todo lo que debiera de un entorno paradisiaco como éste y  aunque me pegué mis chapuzones fueron verdaderamente M.  e I., como buceadores que son, quienes disfrutaron de un par de inmersiones que califican de inolvidables. Incluso pudieron nadar con tortugas marinas. Una pasada.

***************************************************************************

Como era fin de semana y no había prácticamente buses, hasta Champagne Reef nos llevó un chico con su mujer. Él se llamaba Ninja y un par de horas más tarde vino a recogernos y nos devolvió a Roseau sanos y salvos.

En Champagne Reef nos encontramos con una mujer quebeqois que estaba enamorada de la isla de Dominica.

“Pura vida”-nos dijo.

No dejaba de estar sorprendida de que hubiésemos llegado hasta allá. No había demasiados turistas en la isla. Y los poco que había eran franceses.

Ella llegó a Dominica por casualidad hace unos años, viajando por las Antillas. No sabía mucho de la isla la primera vez que puso un pié en ella (igual que nosotros) pero fue amor a primera vista. Cayó rendida ante la naturaleza fabulosa y sin pudor de esta parte del Caribe.

Ahora estaba pasando seis meses sólo en Dominica y en un correcto español nos estuvo contando sus planes de comprarse algún terreno en la isla.

“Turísticamente esto va a reventar antes o después”-nos dijo-“Va a haber un boom de visitantes aquí en el futuro”.

Al momento me vino a la mente un montón de ideas…Especulación inmobiliaria, desastre medioambiental… Daba casi hasta miedo. Espero que Dominica haga bien las cosas.

A veces las cosas están bien como están– puede llegar uno a pensar. Pero claro, para nosotros es fácil decirlo. Cuando uno se topa en la noche de Roseau con algún que otro mendigo a la caza de los pocos turistas que pasean por las calles de la ciudad de noche o se topa con gente entrañable como True-True, un rastafari que vive de vender artesanía a los pocos turistas que se topa, (uno de esos encuentros que transmiten buen rollo, paz y que te alegran el día y casi el viaje)  uno se da cuenta de que el turismo bien enfocado también puede traer cosas muy buenas para la que es, hoy por hoy,  una de las islas más pobres del Caribe Oriental.