En Canadá todo es grande.
El país es enorme. Canadá es el segundo país más grande de la tierra y las distancias parecen a menudo insalvables, sobre todo para una mente europea como la mía acostumbrada a las pequeñas distancias. Como consecuencia del vasto tamaño del pais, las carreteras canadienses son largas e interminables y los coches que las transitan son casi casi como camiones  y sus ruedas, que se agarran
firmes al asfalto, son altas e imponentes, tanto que alguna vez pudimos comprobar que eran del tamaño de mi amiga Cristina.

Los trenes son interminables, y a veces uno no alcanza a ver con la vista el final de alguna de las kilometricas filas indias de vagones que transitan continuamente por la casi eterna vía ferrea que atraviesa el pais.
Los canadienses son altos y siempre hacen deporte, quizás para estar a la altura de las grandes distancias del país. No es de extrañar entonces que las raciones en los restaurantes sean tan grandes y abundantes. Es evidente, Canadá no es un país donde uno vaya a pasar hambre, siempre y cuando pueda abonar la cuenta, eso está claro. Como os podéis imaginar, en Canadá, no regalan las cosas y los precios, sobre todo del alcohol, no son precisamente pequeños.
Las ciudades canadienses, no podía ser de otra forma, son extensas, están construidas a lo largo y ancho, despilfarrando el espacio (les sobra) y recorrerlas a pié es una dura prueba para muslos y piernas: amplias avenidas, llenas de grandes comercios, frecuentes jardines y enormes parques tan densos y frondosos que son casi bosques.
Pero sobre todo, Canadá es grande por la majestuosidad de su paisajes, de la naturaleza salvaje casi primitiva a veces que rellena el vacio entre las ciudades, y por el gigantismo de sus montañas coronadas por enormes glaciares, atravesadas por impresionantes cascadas, y rodeadas por inmensos bosques salpicados por lagos de un intenso y profundo color azul.
No es dificil sentirse pequeño en Canadá y quedar enmudecido y miniaturizado al mismo tiempo ante tal exhibición de tamaño de un pais que posee una naturaleza en estado puro.