Hace un par de semanitas tuve que regresar a Estrasburgo, ciudad a la que me veo obligado a viajar ocasionalmente por motivos laborales y por la que me veo forzosa y casualmente a hacer de turista una y otra vez.
Paseando estos días con mi compañera de trabajo he descubierto, esta vez, el Barrage Vauban, justo al lado de la Petite France, una de las zonas de mayor valor histórico de todo Estrasburgo.
El Barrage Vauban no es más que un puente-esclusa construido allá por el año 1700 por el arquitecto francés Tarade (curioso apellido, todo hay que decirlo) imposible de no ver cuando uno pasea por los fotogénicos callejones de la Petite France. Diseñado con fines defensivos para proteger la ciudad de las fuerzas invasoras extranjeras tras la anexión de Estrasburgo a Francia, hoy por hoy, el Barrage Vauban con su alargada terraza panorámica en su parte superior constituye un punto privilegiado desde donde contemplar una buenas vistas de toda la ciudad.
La entrada es gratuita (y los baños también lo son) y en su interior uno puede recrearse con la visión de unas siniestras y expresivas estatuas de piedra y alguna que otra gárgola que se alterna con antiguas fotografías de la ciudad, en una exposición de caracter permanente con carteles informativos que donan algun que otro dato histórico sobre Estrasburgo.
Hay que reconocer que yo me quedé bastante sorprendido por las bonitas vistas que se divisaban desde la terraza panorámica sobre este puente-esclusa. La Petite France y sus puentes, los numerosos canales abrazando el casco histórico y la impresionante catedral erguida imponente al fondo parecen posar milimétricamente para las cámaras de los turistas que escalan a lo alto del Barrage Vauban.
He aquí una foto hecha por mi compañera con su móvil y que muy amablemente me ha cedido, ya que en este viaje, yo no llevaba la cámara encima.