Dominica, la isla natural.

“Si Colón volviese a visitar el Caribe, la única isla que reconocería sería Dominica”– no se cansaron de repetirnos orgullosos los dominiqueños durante nuestro tiempo de estancia en la isla.

Se referían al hecho de que hoy por hoy, Dominica continúa siendo un verdadero paraíso natural que luce prácticamente virgen en comparación con otras islas de su entorno.

La Isla Natural”, como reza el slogan de promoción turística del país, es un auténtico derroche de exuberancia, naturaleza salvaje de frondosa y vaporosa humedad y aguas cristalinas, encarnado casi el Caribe como era antes, antes de la llegada masiva de los resorts turísticos, las lunas de miel y los paquetes turísticos de todo incluido. Casi casi antes de la llegada del propio Colón.

Dominica cuenta con 365 ríos (tantos como días tiene el año) de aguas tan limpias y transparentes que casi se puede beber directamente del cauce del río, con impresionantes cascadas y caídas de agua que prácticamente parecen sacadas de un anuncio de colonia, selvas tan densas que hacen que paseando por su interior dejes de ver el sol, sulfurosas aguas termales volcánicas y verdaderos y fascinantes lugares para el buceo.

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Y por si fuera poco, durante la noche, la ausencia de contaminación lumínica hace que se pueda disfrutar del cielo estrellado más hermoso que yo haya contemplado jamás.

En Dominica, como en pocos sitios en los que haya estado antes, uno  se siente en contacto con el medio natural y se llena de él, insuflando de vida los pulmones con cada inhalación, sintiéndose parte del planeta Tierra.

La ausencia de buenas playas, sus malas conexiones aéreas y navales, y la falta de infraestructuras han mantenido alejado (afortunadamente) al turismo de masas y con ello la especulación inmobiliaria y la contaminación, pero también en parte y por desgracia el relativo aislamiento de la isla ha traído consigo un mayor subdesarrollo económico y una mayor pobreza.

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El presente de la isla está fuertemente vinculado a su pasado colonial y su convulsa y agitada historia.

Dominica fue descubierta para los europeos por Cristobal Colon allá por el año 1493 y fue él quien bautizó a la isla en honor al día de la semana en que lo hizo, el domingo.

Colonizada por los franceses y conquistada posteriormente por los ingleses, la isla tuvo fama de lugar indómito y aislado por lo que numerosos indios Caribe (los pobladores de las Antillas antes de la llegada de los europeos) huían de la esclavitud colonialista de las islas vecinas y se refugiaban aquí en Dominica.

Herencia de ello es el hecho de que hoy en día, la isla es la única de todas las Antillas donde todavía habitan los descendientes de aquellos indios Caribe, pobladores originarios de las islas. De hecho, el último reducto de los Caribe (en la isla solo quedan unos 3000) se puede visitar siendo uno de los principales atractivos turísticos del país.

Los dominiqueños son directos ( a veces demasiado) pero siempre amables y risueños y su carácter es fruto del mestizaje y del paso de diferentes pueblos y culturas.

La mayor parte de la población es negra o mulata, siendo descendientes en su mayor parte de los esclavos negros africanos que fueron llevados a la isla en el año XVIII.

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De los británicos han heredado la lengua inglesa, el orden político y administrativo y el gusto por el criquet y de los franceses el creolé o “patois”, el dialecto antillano del francés que comúnmente habla toda la población, especialmente la de más edad.

Además, la cultura rastafari, surgida en los años 30 en los barrios marginales de Kingston en la vecina Jamaica, ha calado hondo en Dominica. Y aunque gran parte de la esencia original del Rastafari se ha perdido hoy en día, todavía su influencia se deja notar en las calles, en las gentes y en la música que resuena en todos los rincones del país.

Dos núcleos de población destacan sobre el resto en toda la isla, la rítmica y colorida capital del país, Roseau, en el sudeste de la isla y Portsmouth en el norte.

El resto del país es un auténtico parque natural lleno de puntos de interés medioambiental y ecológico. El ecoturismo, los deportes de aventura y el trekking en Dominica son las verdaderas estrellas.

Quizás la ruta más conocida y famosa de toda la isla sea la que lleva al boiling lake, un lago hirviente en el cráter un volcán (el segundo más grande del mundo) y que es uno de los emplazamientos más impresionantes en los que haya estado en toda mi vida. El camino hasta allí es duro y requiere fortaleza mental y física, hasta un punto que para los dominiqueños,  la larga subida a lo alto, atravesando el evocador Valle de la desolación, tiene algo casi de iniciativo o místico, pero el esfuerzo tiene su recompensa.

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En el norte uno puede visitar Indian River y perderse en bote entre los manglares y jugar a descubrir entre la maleza a pájaros, iguanas y demás fauna salvaje.

Pero la riqueza natural de Dominica no sólo está en tierra firme si no que también se puede descubrir bajo el mar. Al sur de Roseau se encuentran algunos verdaderos paraísos para el buceo o el snorkell, como pueden ser Scott’s Head o el famoso Champagne Reef,  lugar, en éste último,  donde burbujas de aire emanan de la superficie del suelo marino simulando casi el interior de una copa de champagne.

Y es que el origen volcánico de Dominica se deja ver en cada punto del país, desde las aguas termales que caen desde lo alto de la montaña en Trafalgar Falls hasta el verdadero spa natural de la Bubble beach, en la bahía de la Soufrière, no muy lejos de Champagne Reef.

Se mire por donde se mire, Dominica parece casi un sueño, algo irreal como el escenario de una película de piratas. (no en vano fue aquí donde se grabó la película Piratas del Caribe).

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ALGUNOS DATOS ÚTILES (O QUE A NOSOTROS NOS HABRÍAN SERVIDO DE UTILIDAD).

PRIMERO.

Aunque Dominica cuenta con un aeropuerto internacional, los vuelos directos desde Europa son caros o inexistentes, con lo que la mejor forma de llegar a la isla es en ferry desde alguna de las islas vecinas (Martinica, Guadalupe o Santa Lucía).

http://www.express-des-iles.com/

La compañía Express des iles permite la compra on-line y anticipada de los billetes, que son bastante caros. Ojo, es muy importante si se viaja a Dominica comprar junto con la ida, el billete de salida del país dentro del periodo reglamentario, pues en caso contrario, las autoridades portuarias no permiten ni tan si quiera el embarque para viajar a la isla.

SEGUNDO.

Por otro lado, al abandonar Dominica, las autoridades del país exigen el pago de una tasa ecológica (unos 50 dólares por persona) que deben abonarse antes de pasar el control de pasaportes en el embarque.

TERCERO.

Y es que viajar por Dominica es bastante caro y exige un presupuesto más abultado de lo que parece.  Dominica no fomenta el turismo de masas y tampoco lo quiere ni lo busca y claramente pretende que quien visite el país, lo pague.

La mayor parte de las atracciones naturales exigen el pago de una entrada por lo que siempre es conveniente echar cuentas y decidir si merece la pena  adquirir un pase que permita acceder a todas las atracciones del país.

CUARTO.

La conducción en Dominica es peligrosa, las carreteras no están en muy buen estado y los dominiqueños conducen como locos. Además, para poder alquilar un coche en la isla, se exige la solicitud de un permiso especial para conducir en la isla (con el carné de conducir internacional no es suficiente). Por ello, la mejor forma para moverse es en transporte público.

Furgones de color blanco hacen las veces de autobuses (taxis públicos) que sólo cuestan un euro por persona y a los que uno puede llamar simplemente levantando la mano. Al llegar, muchos conductores de taxi (que vienen siendo los mismos furgones) intentarán cobrar 100 dólares por día para hacer un tour por toda la isla, pero es un precio excesivo y siempre sale mucho más barato el uso de los autobuses públicos.

QUINTO.

El mejor lugar para cambiar dinero y conseguir dólares del Caribe (la moneda local) es en los bancos del centro de Roseau aunque en muchos lugares admiten el pago en dólares o euros directamente.

SEXTO.

Dominica cuenta con clima tropical todo el año pero si se puede elegir, claro, siempre es mejor evitar la época de huracanes que va desde julio hasta noviembre (aunque los peores meses son septiembre octubre). Nosotros viajamos en agosto y tuvimos muchísima suerte con el tiempo.

Sin embargo, y como precaución, siempre es recomendable alojarse en la parte oriental de la isla donde parece que los tifones se dejan notar con menos intensidad y peligrosidad que en la parte occidental del país. (Roseau se encuentra precisamente en la parte oriental).

SÉPTIMO.

Dormir en Dominica tampoco es barato. Hay poco alojamiento disponible y no suele ser de demasiada calidad y si uno quiere algo un poco elegante tiene que pagarlo sobradamente.

Nosotros nos alojamos en el Seaworld Guest House. Es cutrecillo y desde luego, no se le podría definir como lujoso, pero lo cierto es que su dueña, una auténtica madre de familia, además de cantar como los ángeles, es muy amable y simpática y, en cierta forma, el Seaworld Guest House resulta hasta entrañable.  Cuenta con aire acondicionado en algunas habitaciones y el hostal tiene un embarcadero, una terraza y unas vistas que quitan el hipo y que hacen que uno no necesite más lujo que ése, el mar y el inmenso y fascinante cielo del Caribe.

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