A veces lo más pequeño resulta ser lo más grande. Como claro exponente de que el tamaño no importa, esta premisa se podría aplicar a este diminuto país insular europeo. Malta es pequeña  en extensión (316 kilométros cuadrados) pero es grande en cuanto a población (con sus 500000 habitantes es uno de los paises más densamente poblados del planeta), historia (su enclave estratégico en el Mediterraneo le ha conferido desde hace siglos una importancia capital en el comercio) y patrimonio (francamente el acervo cultural y artístico del que hace gala el país es a veces casi inabarcable).
Y es que no hay duda, Malta es un gran pais. Desde las abarrotadas y decadentes calles de La Valleta,  hasta el seductor y dormido encanto de Gozo, pasando por las cristalinas aguas del Lago Azul en Comino, Malta ofrece una experiencia auténticamente mediterránea y sorprende y atropella al viajero por la enorme oferta de lugares de interés y una amplia variedad de actividades.
Además, a pesar de ser un país tremendamente turístico, Malta ha sabido preservar su verdadera esencia presumiendo una autenticidad ya invisible en otros  puntos de la ribera mediterranea:
Con más de 300 iglesias, Malta es el país del mundo con mayor número de iglesias por habitante, testimonio inequivoco de las profundas raices cristianas del pais. Sus autobuses, cutres e incomodos, se han convertido en una verdadera seña de identidad y su original e irrepetible carácter árabe-italo-inglés adereza algunos de los yacimientos arqueológicos más antiguos del planeta.
Se mire por donde se mire, Malta es un pequeño gran país.