Aguas calientes: el salvaje oeste peruano.

Aguas calientes es una parada casi inevitable para todos aquellos que van a visitar Macchu Pichu. Es la última estación de la vía ferrea que llega desde Cuzco y la base de operaciones turi-ocio de Machu Picchu ya que es desde Aguas calientes desde donde salen los autobuses hacia las ruinas.
Aguas calientes, enclavado en un valle y situado en las orillas de retorcido río Urubamba, con todo, da la impresión de estar algo aislado. El acceso por carretera no es fácil y la forma más cómoda de llegar es precisamente en el tren para turistas que conecta el pueblo con Cuzco y Ollantaytambo en el Valle Sagrado (tren que no es precisamente barato, casi 200 euros nos costó).
A pesar de la mala conexión, también se puede llegar por carretera, tomando varios autobuses y me puedo imaginar que los peruanos es lo que harán normalmente. Nosotros que no teníamos mucho tiempo ni planificamos demasiado caimos en las garras de Perurrail y su tren turístico sin oponer demasiada resistencia.
Es curioso que el propio nacimiento de Aguas calientes esté vinculado a la propia vía del tren que actualmente le conecta al mundo. Aguas calientes fué fundada en el año 1901 y su  nacimiento  fué puramente casual ya que era fué aquí donde se instalaron los trabajadores que participaban en la construcción de la linea ferrea.

Es por esto que el pequeño pueblo (de tan sólo 1600 habitantes) se ha ido ordenando entorno a la vía del tren, estando la calle principal trazada paralela a la propia linea ferrea convirtiéndose esta larga avenida en verdadero eje vertebral del pequeño pueblo entorno al que se distribuye el ayuntamiento y la comisaria,  los bancos, restaurantes para turistas, estación de tren y hoteles de todos los precios y categorias. En fin, la vida diaria del lugar.
En la actualidad, Aguas calientes vive volcada para el turismo y su único motivo de existencia parece ser actuar como centro de avituallamiento a las propias ruinas. *
Sin demasiados puntos de interés en si mismo (salvo unas aguas termales a menos de un kilometro que son las que dan nombre al lugar), Aguas Calientes es claramente un pueblo casi de cartón-piedra, resort para guiris con todas las comodidas occidentales (y bien cobradas…) aparentemente artificial y con fines absolutamente comerciales.
Aún así, Aguas calientes a mi me pareció un lugar bastante curioso. Con todas las viviendas a medio hacer, con los hoteles construidos a toda velocidad y con malos materiales y toda la vida ordenada entorno a la vía férrea recorrida de vez en cuando por trenes escupiendo humo negro, Aguas calientes casi parece, sin pretenderlo yo creo,  el típico escenario de una película de Oeste.
Es una especie de isla en un valle, un mundo paralelo que ni si quiera es Perú. Un lugar aislado en medio de las montañas, alejado de todo pero lleno a rebosar de gente venida de todas las partes del mundo.

*
COMER Y DORMIR EN AGUAS CALIENTES: Cuando llegamos sobre la una de la tarde a Aguas Calientes tras horas y horas recorriendo Machu Picchu y sus alrededores, estabamos agotados y hambrientos.
No lo pensamos demasiado y justo al lado de nuestro hotel nos paramos a comer en el primer restaurante que vimos. Todo Aguas Calientes está lleno de restaurantes para turistas, con menú en inglés, y con sus cartas poblada por todas las especialidades de la fabulosa comida peruana y otras tantas especialidades internacionales.
Aguas Calientes, como buen resort turístico, es bastante caro. Los precios son más altos que en otras partes del país y se paga más por comer peor y dormir en peores hoteles.
La verdad que aquel día estabamos de suerte. Por casualidad entramos en un restaurante llamado La Retama del Che, una especie de mix de comida argentina y peruana. Probablemente cualquier argentino purista eche las manos a la cabeza ante el menú de aquel restaurante, pero a mi personalmente me encantó. El dueño, un peruano que había vivido en Canarias durante unos 20 años, fue muy amable con nosotros, tuvimos una atención buenisima y la alpaca saltada que me comí la recordaré durante años.

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