Gansu Exprés II (La ruta de la seda): Dunhuang.

ESCRITO POR MARCOS DE T.
Tras un madrugón de narices, aterricé en Dunhuang, Salí del aeropuerto y por primera y última vez me arrepentí de viajar solo. Pensaba encontrar algún tipo de transporte colectivo para poder llegar a la ciudad, tren o autobús, lo que fuera…. Pero nada de nada,
Tarde en reaccionar y ante mis ojos los taxis compartidos empezaban a desaparecer, lástima. Lo bueno es que, gracias a mi retraso, conocí a una pareja de franceses que, agradablemente me acompañarían todo el viaje. No nos pusimos de acuerdo en compartir el taxi porque llevábamos rutas diferentes, pero no pasó ya habría tiempo para reencuentros. Conseguí plaza en el último taxi compartido que salió y por fin estaba en Dunhuang, sin tiempo para disfrutarlo, me encamine a un alojamiento a las afueras, con la idea romántica de ver un cielo estrellado como nunca en mi vida.


El alojamiento era económico, sencillo, “limpio”, con “wifi” y con baño compartido, éste no estaba tan “limpio”. Decidí pedir una habitación individual, no me apetecía compartir dormitorio en ese momento.
Volví a comer a la ciudad y aproveché para pasearla y descubrí que se trataba de una ciudad sorprendentemente limpia y cuidada, de paseo muy agradable y gente que intentaba hablarme pero, que por mis treinta palabras en chino, quedaban exhaustas en el intento de comunicarse. Descubrí que, aunque mi ruta no lo permitiera, había cierta oferta turística que te permitía por ejemplo hacer una rutilla por el desierto de dunas a lomos (o jorobas) de camellos). La visita al mercado de Zha zhou fue muy interesante, de hecho allí compré una linterna para el día siguiente, linterna que no llegué a utilizar.
Cuando se acercaba el atardecer, me fui a la entrada del parque natural del lago de la luna creciente, me calcé esos horrorosos protectores anaranjados y a pasear entre dunas. Este parque natural es una inmensidad de dunas de arena con un pequeño oasis con un lago con forma de luna creciente. El lago no presenta ningún interés, lo interesante es enfrentarse a la inmensidad del desierto de Gobi, sobretodo en esta parte llena de inmensas dunas. Cómo todo en china, El parque natural está lleno de hordas de turistas chinos, tiene la cosa salvaje de los desiertos de dunas y la cosa artificial de las hordas de turistas corriendo, gritando y haciendo fotos a todo.
Aunque siempre imaginé este momento como algo introspectivo, lo cierto es que estar a solas y meditar fue tarea harto complicada. En la entrada anterior ya hablé del irresistible atractivo de lo exótico del turista extranjero y de lo curioso que es el chino medio. En esta jornada, y va a ser muy común a lo largo de todo el viaje, me encontré con muchos estudiantes Chinos deseosos de practicar su inglés y mi chino .
Eso sí, conseguí ver una puesta de sol maravillosa en lo alto de las dunas. Lástima que me quedase sin batería en la cámara y lástima que se nublase el día, porque la noche bucólica a la luz de las estrellas quedó en un par de cervezas en el patio del “hostel”.
Al día siguiente, tras madrugar más de lo que me hubiese gustado marché a ver las cuevas de Mogao. Las cuevas se visitan en horario restringido y con guía en dudoso inglés, aunque lo cierto es que son increíbles. Imaginar cómo debía ser eso de la ruta de la seda y los comerciantes, ese trajín y esa mezcla de culturas es apasionante. Es impresionante ver todas esas cuevas y pensar en que cada comerciante intentó, dentro de sus posibles, hacer una cueva más bonita que la anterior. Las cuevas, para los amantes del budismo tienen cierto interés, además, al estar cavadas a lo largo de los siglos, el visitante verá la evolución de la simbología budista a lo largo del tiempo por lo que, por momentos ,quedará impresionado. Aunque para los amantes del arte son una aberración porque están rehabilitadas fatal, probablemente de las rehabilitaciones más cutres que he visto nunca.
Tras visitar las cuevas me dirigí a la estación de tren para ir a Jiayuguan. Aunque las guías no digan nada, hay trenes que unen ambas ciudades. Eso sí, son una experiencia en si mismos, pero eso ya será otra entrada.

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