Assilah: arte azul cobalto

Había oido hablar mucho de Assilah. Y siempre cosas buenas: que era un lugar muy tranquilo y relajado, que era un pueblo precioso al lado del mar, que era la excursión perfecta de un día desde Tánger e incluso que era uno de los enclaves más bonitos de Marruecos. Con tanto elogio, como os podéis imaginar, la verdad me habían entrado muchisimas ganas de ir a Assilah.
Y por fín, este verano,  aprovechando que estaba en Tánger visitando a una buena amiga que vive allí, nos acercamos a hacer algo de turismo.

A 45 minutos en coche de Tánger, bien conectado por una moderna autopista de peaje, Assilah está literalmente a un golpe de volante del centro de Tánger y supuso para nosotros aquel día una buena forma de escapar de los implacables rigores del Ramadán veraniego que dominaban Tánger durante aquellos días  días.
Assilah, según nos dijo mi amiga, al ser más turístico era mucho más relajada que Tánger en cuanto a las prohibiciones de servir comida y bebida durante el día (sólo con los extranjeros claro está, los marroquies deben cumplir estrictemente con el Ramadán en Assilah como en cualquier otro sitio). Era buen sitio, por tanto, para comer algo.

Ibamos cinco personas en el coche: Mi amiga y yo, logicamente. Una amiga de mi amiga que por azar había coincidido en Tánger los mismos días que yo y que apenás conocía antes de este fin de semana, otra amiga de mi amiga, residente en Tánger, que hacía las veces de chofer y un niño marroquí de 13 años. Esto último es una larga historia, pero de cualquier forma fue aquella una excursión en cierta forma surreal pero muy divertida e instructiva. Viajar y conocer gente al mismo tiempo. Siempre es una buena combinación.
Ubicada en la costa atlántica del país, Assilah fue fundada ya por los fenicios en el siglo II antes de Cristo, pero no fue realmente hasta la llegada de los árabes que esta ciudad logró poner su nombre en el mapa. Fortificada por los portugueses, Assilah fue pasando por distintas manos hasta convertirse en el dormido y sedante enclave playero que es hoy en día, rescatado por el turismo y olvidado de alguna manera por la creciente industrialización del norte de Marruecos que está aupando a Tánger como un centro económico a destacar en el norte de África. La costa aquí no está demasiado urbanizada aunque bloques de edificios y chalets adosados comienzan ya a florecer como setas  por diferentes puntos de la costa próximos a Assilah. Espero que no, pero es cuestión de tiempo que la especulación inmobiliaria campe a sus anchas por aquí huyendo de la crisis económica europea y su legislación medioambiental más estricta.
Toda la ciudad antigua de Assilah es de un brillante color azul cobalto y de un destelleante blanco a partes iguales. Las calles están muy limpias, hasta un punto que a veces no parece Marruecos y los suelos están perfectamente adoquinados. Las casas exhiben un muy buen estado y están perfectamente reformadas, prueba inequivoca de que pudientes europeos han tomado toda la ciudad amurallada y se han hecho con las casas,  eligiendo así Assilah como lugar de veraneo atraidos por las largas playas de arena y el espíritu reposado del pueblo.
Y es que no me extraña. Assilah es precioso, manejable y abarcable en un sólo día (incluso en una sola tarde) y tiene un ambiente distendido que atrapa e invita al relax. Es el enclave perfecto para pasar unas vacaciones de varios días y desconectar de la rutina o del estress de las grandes ciudades.
Reconozco que es uno de los lugares de Marruecos que más me han gustado  hasta la fecha (aunque que también es cierto que ha perdido algo de  autenticidad) y aunque el azul cobalto intenso de sus casas y el mar abierto a la vista desde las balconadas de las calles permanecerán ya impresos en mi retina para siempre, recordaré Assilah por la hermosa colección de murales al aire libre que decoran cada rincón del pueblo. El arte parece haberse convertido en una razón más de ser del pueblo asimilándolo como parte de su propia identidad.
Y es que graffitis y frescos sobre las paredes  pueblan de sorpresas un paseo por Assilah y para mi hicieron de ese día por la ciudad un verdadero banquete para mi cámara de fotos.

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