
He de confesar que las expectativas que tenía a priori sobre Girona eran bastante altas, y siendo francos, no me ha decepcionado.
Poco puedo aportar sobre la ciudad con esta humilde entrada. Desde aquí lo único que puedo hacer es recomendar vivamente a quienes no la conozcan que deben visitarla ya que es una ciudad realmente muy bonita y poseedora de un patrimonio artístico envidiable:
–El casco antiguo (Barri Vell): Concentra gran parte del enorme patrimonio de la ciudad. Pasear entre sus callejuelas y perderse en el entramado histórico de suelos empedrados es un placer. Todo este núcleo central está rodeado por una enorme muralla de piedra perfectamente conservada. Trepar por sus escaleras y escalar por todo su recorrido se convierte a veces en una dura prueba para los talones y en una buena forma de bajar el desayuno o la comida, pero el esfuerzo tiene su recompensa: unas magníficas vistas de toda la ciudad sobre las que destaca el perfil de la catedral, el más destacado edificio del conjunto.
–Las casas de Oñar: Quizás la estampa más famosa de Girona sea precisamente las vistas desde los puentes sobre el río Oñar de las pintorescas casas de colores que lo circundan y que vomitan su reflejo sobre las turbias aguas del río. La colorida estampa no podría ser más fotogénica
-La judería: Si Madrid tiene a Toledo, Barcelona tiene a Girona, como otro de los barrios medievales y una de las juderías mejor conservadas de toda Europa.
Termino la entrada con algunas de las fotografías que he tomado durante estos días en la capital gerundense.